La promesa (parte VII)
¿Hasta qué punto es bueno olvidar algo? No se puede ocultar algo para siempre.
Poco después de llegar a Islandia volvimos a embarcar, esta vez hacia Isortoq. Habíamos dejado correr la noticia de que iríamos a Frederiksdal, así que teníamos una ventaja de cinco días, como mucho, suficiente para intentar llegar, al menos, a las inmediaciones de los territorios de la Gran Sacerdotisa. No nos fue difícil encontrar un guía que nos permitiese avanzar sólo durante la noche para poder descansar por la mañana. Nos las habíamos arreglado para hacer esa ruta aún con una temperatura mínima de -30...