En clase de Psicología.

Iba caminando todos los días al instituto y estos últimos días hacía mucho calor, así que optó por ponerse unos shorts, con los que se le podía ver casi el culo al desnudo y una camiseta rosada casi transparente, con lo cual, los pezones, hoy más que nunca, se le veían.

Carol siempre había sido lesbiana, de toda la vida. Tenía unas gafas grandes, que casi podría llevar su abuela, de lo viejas que eran. Sus ojos eran verdes, como el color de la hierba fresca. Sus labios eran tímidos como ella, bien gruesitos. Era delgada, no pesaba más de 60 kilos. Lo que más destacaba de su cuerpo eran sus tetas. Al parecer, nunca llevaba sujetador de relleno y sus pezones se marcaban todo el tiempo. También destacaban su culito respingón y piernas largas, objeto de deseo de muchos.

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Irina

Recuérdalo para otros relatos: No soy nadie. Tú me lees, te tocas pensando en tu novio o novia, pensando en lo que quieras, pero sigo sin ser nadie. Llegarás al cielo dando gritos de placer, y seguiré sin ser nadie. A continuación, mi primer relato.

Irina estaba en el pequeño patio de su casa de playa, recostada bajo los rayos del sol en su hamaca. Una hamaca que olía a semen, a sexo, a semanas enteras de "aquí te pillo, aquí te mato". Estaba totalmente desnuda. Sus tetas eran grandes, redonditas y ahora, los pezones parecían luces de neón que se encendían como queriendo decir que estaba caliente, muy caliente. Sus manos jugaban en el desierto de esas tetas tan grandes, de esas tetas tan deseadas por otros. Se mojaba el dedo índice de la mano derecha y...