Promesas

Después de unos días en Cuba y cargada de alcohol completamente, la esposa acepta, medio alucinada, a montarse en lo alto de una verga indígena en presencia de su excitado marido.

(por Berclius)

No pude resistirlo más y eché tres lechazos de caballo en la alfombra, la polla y el cerebro exhaustos. Adentellando los gritos, María, con los ojos babeando, me había estado suplicando que yo le llenara la boca.

  • ¡Dámela ya, cabrón, dámela! ¡Dámela, hostias! ¡Dame que te la coma!

Pero era inútil. Postrado en el sofá, hipnotizado, sólo alcanzaba a pasar de la visión de la selva de su coño, pugnando por tragarse aquellos dos huevos cubanos, a la de su garganta, por donde me...