El carpetero de la ONG

Nunca hacerse socio de una organización humanitaria fue tan placentero

Esta mañana, como cada sábado, decidí aprovechar el café de después del desayuno para ordenar el correo de la semana y guardar los recibos y facturas en sus archivadores correspondientes. Es lo que tiene mi trabajo. A fuerza tener cada papel en su sitio en la oficina, no me queda más remedio que ser ordenado también en casa. Entre las cartas, me encontré el recibo del mes de Médicos Sin Fronteras y, tal y como me sucede todos los meses, no pude evitar que se me pusiera dura al recordar cómo me lo pasé con e...

Conversaciones ajenas

—¿Sabes? —me preguntó pícaramente—, la verdad es que en la piscina me fijé en cómo me mirabas. Y me gustó mucho, porque, en el fondo, Marga tenía razón: me encanta comer pollas.

—Es verdad. Ya no me acordaba de que tú solo comes pollas.

No pude evitar atragantarme con la cerveza cuando escuché a la chica que cenaba en la mesa de al lado, muerta de la risa, decir esa frase a su novio, sentado frente a ella, después de que él rechazara el pedazo de solomillo de cerdo que ella le ofrecía.

Ocurrió el pasado mes de agosto, durante las que yo creía que iban a ser las peores vacaciones de mi vida. Hacía ya un par de días que estaba en aquel hotel de la costa y me aburría como...

El gorrón de la Primitiva

Un joven que ha ganado un importante premio en la lotería tiene que soportar que un compañero de trabajo intente aprovecharse de su posición económica. Hasta que una noche se harta.

Dicen que, salvo que te apellides Fabra y seas un alto cargo del PP de Castellón, alrededor del ochenta por ciento de las personas que se ganan la lotería, al poco tiempo vuelven a estar arruinadas. Yo debo de pertenecer al otro veinte por ciento.

Hace casi un año acerté los seis numeritos de una Primitiva con bote. Algo más de cuatro millones y medios de euros para mí solito. Sin duda, una cifra que marea a cualquiera y a muchos haría perder la cabeza. Por suerte, yo pude mantenerla en su sitio y, de...