El taladro (I)
Él y su taladro empiezan a trabajar muy temprano.
Me levanto temprano, moribundo. Me ha despertado el ruido insoportable de un martillo hidráulico. Están haciendo obras en la calle y ese despertador se está volviendo habitual. Tengo una erección de mamut, así que me vuelvo en la cama y busco el cuerpo de mi esposa, Mara, que me recibe sin despertarse. No tengo paciencia para caricias, así que levanto su camisón guiado sólo por el tacto, prácticamente sin luz, la cojo por la cadera y la penetro sin dilación. Ella me recibe sin demasiada humeda...