Una historia de arrebato

Para algunos hombres, como es mi caso, ver gozar a la mujer de uno con otra verga es una experiencia fuerte pero sumamente placentera, que hace crecer nuestro amor, respeto, confianza y comunión con ella. Por eso quiero contarles un episodio ocurrido hace algunos años.

Tengo 43 años y mi esposa 42. Nos conocemos desde muy jóvenes y siempre nos entendimos a las mil maravillas en la cama. En general, salvo los incidentes propios de todo matrimonio, llevábamos una relación muy feliz.

Una ocasión tuvimos un disgusto y nuestras relaciones, incluidas las sexuales, se enfriaron. Hasta que vino la reconciliación, la cual terminó en tremenda revolcada en la cama. Ahí, ensartada, me confesó que conforme pasaba el tiempo y yo no me la cogía se había sentido cada...