La visita
Engaño a mi mujer cuando un vecino entra en nuestro piso para follarsela.
Había planeado para ésta noche una sorpresa y ésta se cumpliría. Después de una cena en un restaurante japonés de la ciudad nos tomamos algunas copas. Excitados por la conversación que llevábamos nos fuimos a casa. Por el camino comencé a besarla con cualquier pretexto rozando levemente sus pezones que estaban duros y sonrosados por lo que se imaginaba por la transparencia de la blusa.
Llegamos a casa, nos fuimos a la habitación en un largo peregrinar por el pasillo de la vivienda entre toqueteo...