El principio del fin 3
Como el sexo también te hace cometer errores
Aquella noche no podía dormirme aunque estaba rendido. La imagen de Lidia invadía todos mis pensamientos, su recuerdo producía en mi una gran excitación, y si sumamos el olor de su perfume impregnado en mi cazadora, la erección fue increíble. Mientras me masturbaba tumbado en mi cama, solo podía pensar en lo sucedido en la tarde anterior, aquellas piernas me volvían loco. Sus muslos, sus rodillas, sus gemelos… todo estilizado al máximo subida en aquellos zapatos negros de tacón. Y cuando andaba, la sensuali...