La bendicion
Una nueva forma de aceptar el amor
La bendición
T. Novan
Atenea tuvo que bajar prácticamente a rastras a Artemisa desde el Olimpo, mientras la protectora de las amazonas se resistía a cada paso.
—¡No me importa! —vociferó la diosa, intentando soltarse de la mano de su hermana.
—Pues debería —gruñó Atenea, sujetando con más fuerza el brazo de su hermana—. Tienes que ver esto antes de tomar una decisión.
—No voy a dar mi bendición a mi Elegida para que esté con esa, esa... bárbara —siguió diciendo Artemisa mien...