Mis adorables primitas

Recuerdo con cariño a aquellas primas tan guapas, tan adorables... tan insoportables.

Una vez más me lo tuvo que repetir mi madre:

-Sara, recuerda que son tus primas. Pórtate bien con ellas.

-Vaaaaaaale.

-Es que no entiendo por qué tienes que ser tan antipática con ellas, si son unas chicas muy majas.

¡Qué pesada era mi madre! Ya estaba hasta las narices de la visita familiar y todavía no habían llegado.

-Que sí, mamá, que seré muy buena con la Pixi y la Dixi

-¡Ni se te ocurra llamarlas así! -se escandalizó ella, pero yo me eché a reír porque así es com...

De buena familia

Era la hija que siempre había debido ser, como correspondía a una familia tan distinguida. Cosas de la alta sociedad.

Para la señora Robledo tomar el té mientras charlaba con sus amigas era el mayor divertimento del día y el que mejor correspondía a la esposa de un importante ejecutivo y dama de una familia de distinguido apellido. Las buenas señoras aprovechaban ese momento sagrado de cada día en casa de una de ellas y buscaban algún tema de conversación. Esta vez hablaban de los jóvenes, y está claro que no para bien.

  • La juventud está completamente loca. Han perdido la moral y la decencia. No lo digo porque...

El encuentro más inoportuno

El encuentro más inoportuno... ¿o el más oportuno? ¿De qué sirve hacer planes cuando estás casado con mi mujer?

Se suponía que estaríamos solos tú y yo. Se suponía que aquélla sería otra sencilla tarde de domingo más, para descansar después del ajetreo de toda la semana. Tomaríamos algo en la terraza del bar y luego quizás iríamos al cine o pasaríamos simplemente el resto de la tarde en casa, viendo un DVD. Por la noche, sexo tranquilo en casa, como hacen los matrimonios normales como el que se suponía que éramos.

Pero contigo nada es como se supone que debería ser, y a ti todo esto debía parecerte mucho...

Ella, robot

Para los que todavía no acaban de fiarse de las nuevas tecnologías...

Desnudas e inmóviles, las androides esperaban alineadas en filas a que se decidiera por una de ellas. Resultaba difícil elegir entre tanta variedad: las había rubias, morenas y pelirrojas, y con todas las tonalidades de piel y de color de ojos. Además se sentía intimidado ante todos esos cuerpos desnudos...

-No sea tímido. Solamente son androides, y ni siquiera están conectadas. Mírelas bien –le recomendó el vendedor, un tipo alto y con aire prepotente bajo su bigote y su corbata–. Mire, aquí te...

La sorpresa

Déjate sorprender como yo...

Espero a que se decida. Suspiro cuando, por fin, sus manos se posan sobre mis hombros tensos. No puedo verle pero sí sentir las manos que pellizcan suavemente mis pezones. Dejo escapar un "ay" y oigo una risita que sé que es de mi novio. Tampoco a él puedo verle a través del pañuelo que cubre mis ojos. No puedo entender por qué ríe viéndome en manos de su amigo... y de su boca. Su lengua sabe buscar el placer de mi boca. Luego resbala por mi piel, hace una larga pausa en los pechos, y acaba entre mis...

Sin mente

¿Hasta qué punto podemos usar a otros seres humanos? ¿Cuál es el límite para la ciencia?

Qué preciosa era, a pesar de los cables y de las finísimas agujas que, implacables, se inyectaban en las venas de sus brazos y piernas. Todo en ella era bello, también los cables de color verde, rojo o azul, prolongaciones de fantasía de su cuerpo desnudo de mujer. Diríase que había sido hecha por las manos de un artista y no por la mente fría y analítica de un científico.

Ese científico la contemplaba con arrobo, admirando la perfección de las piernas y brazos, la tersura del rostro inerte y ca...

El descanso del minero

Lo que Hollywood no nos quiso contar sobre el verdadero lejano y salvaje Oeste. ¡Qué dura la vida del minero!

No ha habido continente más lleno de tesoros, imaginarios o reales, que el americano. Porque ¿en qué otro lugar podían encontrarse el país del misterioso El Dorado, las áureas Ciudades de Cíbola o la mítica ciudad de Aztlán, por citar algunos tesoros buscados entre el Mar de Bering y el Cabo de Hornos? Estos lugares míticos sólo existieron en la mente de los que los buscaron, pero éstos encontraron el oro en el fondo de sus ríos y en el interior de sus montañas, y con mucha paciencia lo consiguieron....

Cuando los yanquis asesinaron a Mahoma

Incluso el poderío de Estados Unidos tiene sus límites... No iban a ganar siempre.

El Sol doraba alegremente las arenas del desierto arábigo y la ligera brisa corría sofocante como el aire de un secador. Pero metidos en sus trajes térmicos, los soldados caminaban tan frescos como si acabaran de salir de una piscina. Esos mismos trajes, de color arenoso, los camuflaban en las rocosas paredes del desfiladero. Sólo así, indiferentes a las tremendas temperaturas, podían esperar pacientemente a sus víctimas.

Y es que no eran soldados cualesquiera sino unidades de elite del ejército...

Los mormones

Le di una buena chupada a su compañero y se corrió en mi boca. La verdad es que no había desayunado, así que no me vino nada mal tomarme una buena ración de leche...

Dedicado a S.

Sábado por la mañana y solita en casa, sin nada que hacer. Se suponía que ese día iría con los amigos de excursión por el interior de Valencia, pero al final al que tenía el coche se le había presentado un compromiso y no nos podía llevar, de manera que se había fastidiado el viaje. En fin, me eché en el sofá, sin ganas de hacer nada. Sabía que debía ir al estudio para practicar un poco, que últimamente estoy muy perezosa para coger los pinceles, pero el placer de quedarse pensando...

El nudo gordiano

Relato breve sobre una de las anécdotas más conocidas de Alejandro Magno. ¿Fue una ironía del bárbaro conquistador o estaba lleno de significado?

Nunca le habían visto tan concentrado. El rostro joven y hermoso de Alejandro estaba serio y algunas pequeñas arrugas se formaban en el entrecejo. Expectantes, todos le miraban en silencio, dudando que fuera capaz de resolver aquel problema sin solución, aquel nudo que los dedos más fuertes y habilidosos no habían podido desenmarañar. Con cuidado tanteaba Alejandro la prodigiosa maraña de nudos gruesos y fuertes, buscando un punto débil donde empezar y sin hallarlo.

Decía la leyenda que un orácu...