Dulce y salvaje

Pero el ya no estaba, allí estaba yo, sola y consternada por no saber quien me había hecho suya de una forma tan especial, tan única y tan tiernamente salvaje.

Era de noche, la lluvia azotaba la ventana, eso me despertó y me acerqué a la ventana: la imagen era preciosa se podía ver la luz de la luna a través de las gotas de agua, y a su vez estas cayendo sobre la hierba verde y densa.

Me entraron ganas de oler el perfume de la lluvia sobre la hierba asi que me puse el camison blanco y salí, me gusta sentir el frescor de las gotas de agua resbalar por mi piel,y el de la hierba bajo mis pies. Salí afuera, me senté ,me solté el pelo y esperé a estar empap...