Vacaciones
Suspiré de deseo. Él se entretuvo mirándome a los ojos, deslizándose como el reflejo del sol sobre el mar. Te prometes que no volverás a cometer un error, y de repente todas tus intenciones se transforman en papel mojado.
Desperté por el calor. Sentía la piel húmeda y la bajera apegada, y la sábana molestándome en la punta de los pies. El sol filtraba a través de la persiana una luz fina e intensa que repicaba en aquel gran espejo alargado. No debía de ser primera hora. Me sentía descansada, como después de un sueño eterno. A mi lado, Alberto dormía, también desnudo, con esa respiración lenta y profunda que me tranquilizaba durante las noches de insomnios, como un punto de apoyo cuando ante ti sólo ves un mundo pesadísimo y...