Breve historia de Marta (3)

Como la chica no escarmienta y se lo monta con unos menores en un centro comercial.

Después de la increíble orgía ñeque debió de consistir aquella noche, horas más tarde, despertó. No se sentía capaz de abrir los ojos, pero era plenamente consciente de la realidad. Su primera sensación fue la de un frío inmenso, que le recorría el cuerpo a oleadas de arriba hacia abajo; poco después descubrió que estaba completamente desnuda, y al lograr separar los párpados comprobó que, en efecto, así era. Se encontraba en un callejón solitario y mal iluminado, tendida en el suelo y cubierta de hum...

Breve historia de Marta (2)

De como la tragapollas se ve obligada a satisfacer a un grupo de atracadores.

Dejamos a Marta insatisfecha por darse cuenta que su ninfomanía no le llevaba a ningún sitio, y que acababa de chuparle la polla al barman sin que ella hubiera disfrutado nada. Pero la avidez de sexo de nuestra chica aún no había sufrido su más dura prueba, que ocurriría esa misma noche al volver a su casa. Como su ligue de esa noche le había durado muy poco, se veía obligada a regresar sola. Y estaba tan confundida, que no se percató de que comenzaba a atravesar un descampado muy mal iluminado. Puede...

Breve historia de Marta

Los comienzos de una chica que se convirtio en la mayor tragadora de pollas de su especie.

Cualquiera que hubiera visto a Marta pasear por las calles de la ciudad no hubiera podido evitar volverse para mirarla. Era realmente bellísima, lo que los chavales llaman un bombón, y los hombres no eran ajenos a su extraordinario aspecto. Tendría unos veinticinco años, y un cuerpo de curvas vertiginosas asombrosamente bien formado. Su cabello era rubio tirando a cobrizo, acompañado de unos atractivos ojos verdes. Junto a sus larguisimas y esbeltas piernas destacaban en su figura unos bien torneados...

Aprendizaje virtual, con sorpresa al final

Una jovencita vergonzosa se suelta en la red y termina llevandose una sorpresa al intentar satisfacer sus apetencias.

La primera vez que tuve conciencia de que el ojete de mi culito también podía participar en un acto sexual, fue en una de mis pocas relaciones estables, sentimentalmente hablando. Tenía 21 añitos, y llevaba saliendo con Carlos sólo cinco meses cuando lo hizo por primera vez. Mis padres habían salido esa tarde, y él se había venido a mi casa, según decía para estudiar, pero yo ya sabía que quería echar un polvo conmigo. Efectivamente, poco después de llegar, ya nos revolcábamos salvajemente por las sáb...