Sexo y amor
No estaban solos en casa, pero eso dejó de importar cuando él susurró en su oreja...
Entonces decidiste poner un alto al coqueteo intrascendente. Pusiste tu mano sobre mi hombro y me dijiste suavemente: "Nadie se va enterar"
Se me escarapeló el cuerpo, había gente en la casa, pero mi deseo era más grande que mi vergüenza, tu mano bajó a mi entrepierna, hurgaste debajo de mi falda, hiciste a un lado mis bragas y comenzaste a tocar mis labios vaginales, tus dedos se deslizaban con tanta facilidad,
¡Dios mío! Tienes manos mágicas - pensé.
Todo mi cuerpo empezó a contrae...