Un Polvo al Final de Cada Camino

Ana y Pedro se van a dar un paseo por el campo y se enzarzan en una competición muy caliente que solo puede acabar de una forma.

Nota del autor: los protagonistas de este relato Ana y Pedro, se turnan para contarnos su punto de vista de lo sucedido en la historia. Cuando aparecen unos cuantos asterístcos como por ejemplo ****, significa que uno le cede la palabra al otro.

A mi pareja Ana y a mi nos encanta el monte, y solemos hacer escapadas de fin de semana a alguna casa u hotel rural perdido en mitad de la naturaleza. Buena comida, paseos al aire libre, y retozar entre las sábanas son una rutina a la que uno s...

Teledominación

Un buen amo tiene un deber para con sus esclavos, el deber de dominarlos con regularidad, también en tiempos de aislamiento.

El mensajero acaba de entregarme el envío de mi amo. No falta mucho para la hora acordada, debo darme prisa. Con ansia y vigilando el reloj, abro el paquete y reparto el surtido de juguetes por la mesa. Me enchufo el vibrador en el culo, encajo mi polla en el masturbador, pego el dildo a la pared y me arrodillo frente a él. Conecto todos los juguetes a Internet y ajusto la cámara para que se me vea bien. Pasa la hora y nada, la pantalla del ordenador sigue oscura. Me agobio: «Ha escogido a otro» pienso con...

Máquina Expendedora de Placer (I)

En el S XXII se ha inventado la máquina expendedora de placer y yo trabajo en una de ellas. Aquí os cuento cómo es mi trabajo, empezando por el clásico de los glory-holes: la mamada.

Máquina expendedora de placer

I

Dentro del Emporio del Placer, el centro comercial del sexo más prósperos del S XXII, uno de los servicios más populares son sus máquinas expendedoras de placer. Yo tengo la suerte de trabajar en una de estas máquinas. Mi nombre no es importante para el servicio que doy, solo importa que soy un hombre, de complexión fuerte y en plena forma. La máquina expendedora de placer, desarrollada a partir del concepto de glory hole , es un invento en el que el c...

Un poco de leche

Restregando leche por mi cuerpo

¡Hola! Aquí os traigo otro microrelato para cuando esteis haciendo un descanso de otras cosas más aburridas.

Mirándote a esos ojos inyectados de deseo, tomo un poco del fluido lechoso que hay en mi palma y me lo empiezo a restregar por el cuerpo muy lentamente. Con actitud traviesa y muy despacio lo paso por mi pecho y abdomen, bajando muy lentamente la mano hacia mi ingle, pero parando justo antes de llegar a zonas más “interesantes.”  Me doy la vuelta, inclinándome un poco hacia adelante para que te...

Otro beso

¡Ay los besos! ¡Cuánto nos calientan!

Aquí va un microrrelato por si no tenéis mucho tiempo para leer. ¡Que lo disfrutéis! Lo pongo dos veces porque si no, la web me dice que es demasiado corto.

Una vez más, voy pasando muy despacio mi lengua entre tus labios. Después de tantos besos están húmedos, y el sonido viscoso de mi lengua al rozarlos me calienta aun más. Me recreo en cada rugosidad de esas dos carnosas puertas del paraíso. Me inundo de tu aroma y retengo el aire para saborear otra calada de ti. Pronto llegaré al final y me zambul...

El Escote de mi Vecina

Solía espiar el escote de mi vecina por la mirilla hasta que un día me pilló... y mi sueño se hizo realidad.

Son las 9:45 y suena la alarma de mi móvil, es la hora en que mi vecina sale de casa para ir al trabajo. Como todos los días, salgo corriendo a mi puerta y observo por la mirilla con cuidado. Algunas veces tengo que esperar uno o dos minutos, otras llego justo a tiempo para ver el ritual. Mi vecina Josefa, una mujer de 40 años, pelo moreno que cae en bucles sobre sus hombros, labios de cereza y el más espectacular escote que haya visto jamas; se detiene delante del espejo que ocupa buena parte del descansil...

Reclamando mi placer

Descubriendo el sexo anal.

He decidido dedicarme la tarde, pero estoy indeciso. Repaso mi pequeña colección de tres juguetes anales intentando decidir por cuál empezar. ¿Quién me ha visto y quién me ve?  Si hace unos años me hubieran dicho que acabaría comprándome dildos para la puerta trasera seguramente me hubiera reído. Simplemente no entraba dentro de mi educación clásica de hombre hetero de los ochenta. Menos mal que me pudo la curiosidad de ver que tal sabía esa fruta prohibida para los machotes.

Quizá empiece calentando...