Manual del Perfecto Cuentista, de H. Quiroga

Quiroga, de una manera amena y sarcástica, nos muestra recovecos y tropos para desarrollar el culingulesco arte de narrar cuentos.

Manual del perfecto cuentista Horacio Quiroga

Una larga frecuentación de personas dedicadas entre nosotros a escribir cuentos, y alguna experiencia personal al respecto, me han sugerido más de una vez la sospecha de si no hay, en el arte de escribir cuentos, algunos trucos de oficio, algunas recetas de cómodo uso y efecto seguro, y si no podrían ellos ser formulados para pasatiempo de las muchas personas cuyas ocupaciones serias no les permiten perfeccionarse en una profesión mal retribuida...

Pito de Ceiba

Julieta jamás imaginó que en plena selva húmeda tropical, encontraría la más descomunal esencia de la sagrada Ceiba... portada por un anciano.

PITO DE CEIBA.

A Julieta, quien vivió realmente esta historia.

Como ustedes saben, la Ceiba es el árbol sagrado de algunas de nuestras culturas prehispánicas, de los mayas, de manera especial. Es un árbol enorme y frondoso, que impresiona por su magnitud y que se convierte, ahí donde se encuentra, en el eje central de su ecoentorno; pero esto tiene que ver con nuestra historia, sólo desde un ángulo, el gigantesco tamaño de la Ceiba.

Julieta se miraba al espejo, forrado de incrustacione...

Juro que quiero a mi marido

Los pecados de la carne suelen quebrantar la inocencia y la castidad de aquellas mujeres que, pese a su fidelidad, se ven arrastradas a ciertas circunstancias que las desquician y las hacen entonces presa fácil de algo que se les vuelve inevitable.

JURO QUE QUIERO A MI MARIDO.

Juro que quiero a mi marido; puedo jurarlo frente a Dios y frente a todos los santos y las vírgenes, que algún día yo lo fui. Juro de veras que lo amo, pero no se que me pasa en cuanto veo a Eduviel, su compañero de trabajo en la taquería, en la que ambos rebanan la carne a una velocidad escalofriante y le añaden, como en un acto de prestidigitación, una pequeña rebanada de piña que gira y gira en el aire, hasta caer milagrosamente coronando el taco, que cae desmadej...

Bendita transgresión

Aprendemos a amar la transgresión, porque la asociamos indisolublemente a la exquisita sensación del placer prohibido y a la aún más excelsa experiencia de burlar esa prohibición y degustar los manjares de los frutos prohibidos.

Amalia era una niña distinta. Solitaria y hábil para aparecer en los momentos y lugares más inesperados, sin casi hacer sentir su presencia. Tenía la virtud de confundirse con el ambiente para pasar desapercibida y curiosearlo todo. El brillo de su mirada la delataba como una gran curiosa. Sus ojos chispeaban alucinantes y alucinados cuando espiaba a alguien o algo. Su curiosidad era insaciable y parecía estar en todas partes, observándolo todo, extasiada con los detalles.

Era menuda y grácil, d...