Jugando a los desconocidos (I)
Corrí hacia mi habitación aún con los vaqueros desabrochados. Cerré la puerta tras de mí y apoyando la espalda sobre ella me dejé caer flexionando mis rodillas. Podía oler el aroma que desprendía los restos de semen de mi vecino sobre mi cuerpo.
Corrí hacia mi habitación aún con los vaqueros desabrochados. Cerré la puerta tras de mí y apoyando la espalda sobre ella me dejé caer flexionando mis rodillas. Podía oler el aroma que desprendía los restos de semen de mi vecino sobre mi cuerpo. Sin pensármelo dos veces accedí a mi entrepierna con una mano, notando como mis dedos se impregnaban de ese líquido viscoso. Acto seguido me los llevé a la boca para saborearlo, mientras con la otra mano atrapaba mi clítoris entre mis dedos anular y corazón. Oía rui...