Dormida II
Un poco más de intimidad.
Lo que quería era repetir. No podía olvidar lo que habías hecho algunas horas antes. Tus manos grandes habían recorrido mi piel centímetro a centímetro, dejándola ligeramente brillante y especialmente sensible. Tus movimientos eran suaves y firmes, la cama sobre la que estaba tendida olía a ti, tu gata dormía plácidamente en la ventana, la música llegaba desde el reproductor de la cocina y el silencio de la calle por el confinamiento permitía que oyéramos los pájaros.
Observaba tu gesto, concentrado...