Elena y Teresa
Dos amigas, una videocámara y...
"Elena se mordía el labio inferior al tiempo que su respiración se aceleraba cada vez más. Los labios de su inesperado amante abandonaban su cuello en dirección de un escote que insinuaba unos exuberantes pechos que ascendían y descendían al compás de la respiración y se agitaban deseosos de escapar al presidio de un sostén que no tardaría en desaparecer.
Las manos de Elena tan sólo acertaban a acariciar los cabellos de Pedro y, de vez en cuando a clavar levemente las uñas en los potentes homb...