No digas nada

Esta breve historia contada por sus dos protagonistas, relata cómo un simple hábito matutino, puede desembocar en un deseo incontrolable.

Lunes. Otra vez es lunes. Salgo de mi casa, como siempre dispuesto a tomar el primer café del día, en una cafetería que está al final de la calle. No lo hacen especialmente bien, pero de camino paso por delante de una peluquería.

¿Qué tiene de especial esa peluquería? Una chica que trabaja allí. No se como se llama. De hecho, apenas se de ella que trabaja allí.

Coincidimos precisamente la primera vez que iba a esta cafetería. Ella estaba abriendo la peluquería. Yo iba esquivando farolas que se ponen...