Un paseo por Madrid que termina en locura sexual 3

De como, en minutos, me convierto poco a poco en un puto asioso de sexo. No lo podía ni imaginar....

Esa cosa seguía creciendo y poniéndose dura en mi boca, más dura si cabe, algo casi imposible. Los suspiros y jadeos se oían más entrecortados pero más claros, el cabronazo estaba disfrutando…..y yo también. Estaba como loco chupando ese trozo de carne, me asombraba tanto a mi mismo que no podía pensar en nada más, solo hacerlo disfrutar.

A mi espalda oí un pequeño chasquido. Me saqué la polla del vecino de la boca un momento y oí un pequeño gemido de desagrado pero seguí moviéndola con la mano. Mient...

Un paseo por Madrid que termina en locura sexual 2

El glory hole es toda una sorpresa. Vaya que si.....

Mi curiosidad me impedía dejar de mirar al tipo de la cabina de al lado. Al principio recostándome en mi sillón para tener el fantástico agujero cerca de mi vista y haciendo con disimulo, al rato ya mirando descaradamente después de haberme dado cuenta de que el chico me había visto y se había girado solo un poco para que viera con total impunidad su bonita polla.

Al relajarme después de sentir que no hacía nada “malo” me desabroché el botón del vaquero, abrí la cremallera y saqué mi sexo (hinchado ya...

Un paseo por Madrid que termina en locura sexual 1

Un sex shop, un glory hole, un chico, tensión, descubrimientos.....

Había llegado el día antes, una visita a un cliente que me podía reportar buenos contactos y beneficios para mi empresa me hizo coger el coche y desplazarme a Madrid desde mi ciudad. Aproveché y llegué la tarde anterior para dar una vuelta por la ciudad a la que iba muy de vez en cuando y que me encanta por su mezcla de gente, de bares, de plazas y de lugares por descubrir.

Os pongo en antecedentes. Soy un hombre de 50 años, heterosexual, con un físico más que aceptable y cuidado debido al ejercicio (...

Masaje en la clínica de fisioterapia

Un masaje de rehabilitación que se me va de las manos sin querer....

Mi trabajo de fisioterapeuta en el hospital había transcurrido hasta estos días sin sobresaltos. Me limitaba a que me asignaran pacientes de todo tipo para ayudarlos en su recuperación funcional y hacer que sus vidas, truncadas de una u otra manera, recuperaran su actividad para seguir funcionando, como cuando llevas el coche al taller, lo reparas y sigues conduciendo con él. Yo, chico de 42 años, de buen ver, ojos azules y delgado, aprovechaba para estar un poco en forma en el mismo gimnasio del hospital a...